"Borrón y vida" nueva en un cuarto de junket

A veces una entrevista no empieza cuando llegas; empieza cuando te das cuenta de que ya te llevan ventaja. Ellos (mis entrevistados) ya estaban ahí, muy correctos, muy instalados, muy iluminados, cuando entré: Memo Villegas con esa calma que uno envidia profundamente en días de corrección de estilo, y Carolina Miranda con un nivel de concentración que podría cortar vidrio. Y yo, con mi libretita en mano (porque soy de la vieja escuela) y la sensación de que llevaba media vida corriendo detrás del reloj para mi entrevista con los protas de Borrón y vida nueva.

Pero fue suficiente cruzar tres frases para entender algo que no siempre pasa en junkets: aquí había verdad. Borrón y vida nueva puede ser una comedia, sí, pero estaba claro que ellos la traían todavía pegada a la piel. Y a mí esas cosas me pueden, porque antes que periodista soy una persona que intenta, torpemente, descifrar su propio caos.

Póster Borrón y vida nueva. Cortesía Videocine


Los borrónes que no vienen en el guion

Memo habló de Chava Cartas y su dirección en Borrón y vida nueva como quien habla del amigo sabio que te pasa la tarea, pero que también te regaña si la entregas mal. Tercera colaboración. Tercera vez que siente que alguien lo prepara, lo calienta, le pule el tono y luego le suelta la cuerda para que haga lo que sabe hacer. Es un actor que no presume técnica, pero se le nota en los ojos: piensa antes de hablar, siente antes de decir.

Carolina, en cambio, tiene esa cosa que es mitad temple, mitad vulnerabilidad. Contó cómo entró al proyecto sin tenerle el ritmo tomado a Chava y acabó encontrando a un director que pregunta, que ajusta, que vuelve a preguntar y que después dice “ya está, ahora confío”. Esa dinámica dice más de una película que mil notas de prensa.

Y luego vino la anécdota que ya es parte de la mitología del rodaje: la escena donde Priscila aparece con otro hombre, detonando una verdad incómoda para Ulises. Carolina la recuerda con ese brillo de “lo sufrí, pero valió la pena”. Y yo pensé: si la vida tuviera la claridad dramática de esa escena, ya habría renunciado a dos o tres personas en paz.

Minerva —el personaje de Mariané Cartas— completa un triángulo emocional que no funciona por triángulo amoroso, sino por algo más real: las versiones que cada quien se inventa para sobrevivir. Eso sí toca.

Y luego, sin que lo buscáramos, la conversación hizo ese giro que más disfruto: cuando dejan de hablar como personajes y se muestran como personas.

Still Borrón y vida nueva: Cortesía Videocine


Las cosas que dicen cuando se olvidan del personaje

Ahí es donde el sarcasmo se les escapa.
Memo hablando de los “micro borrones” como quien habla de microdosis para soportar la existencia.
Carolina recordando la operación que tuvo de niña con una naturalidad que te desarma: lo dice sin drama, sin espectáculo, sin autopromoción. Como quien ya entendió que el tiempo es prestado.

Yo ahí ya estaba con el nudo en la garganta. No lo dije, porque una también aprendió a fingir profesionalismo, pero lo pensé: ¿cuántas veces no quisiera uno reiniciar pedacitos de vida que se quedaron chuecos?

Aquí va el video por si quieren verlos completitos, sin filtro emocional mío:

Entrevista con Caro y Memo por Borrón y vida nueva.



Una comedia que se hace la chistosa… para poder decir lo serio

Porque sí: Borrón y vida nueva hace reír. Y bastante.
Pero también incomoda.
La escena del caos doméstico, la presencia del gato —que al parecer decidió que él era la estrella y todos debían adaptarse—, las conversaciones que te ponen incómoda porque sabes que podrías haber dicho algo igual de torpe que Ulises… ahí está la fibra.

No es una comedia que pide aplausos. Es una que pide honestidad. Y la consigue.

Still: Cortesía Videocine


El eco que me traje en la bolsa

No voy a mentir: yo, que soy aficionada a los reinicios emocionales (forzados o voluntarios), salí pensando en los míos.
En los grandes, sí.
Pero también en esos chiquitos que una hace entre semana: cerrar pestañas mentales, dejar de responder mensajes que ya no van a ningún lado, pedir perdón si todavía se puede, cambiar de asiento en la vida para que deje de doler.

Y sí: pensar en que hay cosas que necesitan su borrón para que vuelva la vida.

Vayan a verla. Ríanse. Vean el video. Y si algo se les mueve, no se asusten. A veces un pedacito de desorden es lo único que nos queda para empezar de cero.


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Para seguir la conversación

Llego puntual, libreta lista, preguntas claras. Hago mi trabajo como se debe, incluso cuando el corazón insiste en "fanear". Me dicen Lix, y mientras escuchaba a Memo y a Carolina pensé que todas necesitamos, de vez en cuando, un borrón y vida nueva bien hecho. Yo soy y me llamo Ligia Oliver, y espero que sigas mi columna en este medio. Soy miembro del Consejo Directivo de Tinta Escritores Cinematográficos México. Me desempeño como periodista cinematográfica, guionista, locutora, editora, traductora y productora de cine, radio y TV, además de la dirección editorial de Somos Texto.

Amo el cine mexicano —como ya te habrás dado cuenta—. También soy filósofa y una apasionada de la cultura griega.
Ah, y la Navidad es una de mis celebraciones favoritas y ya viene, ya viene… Pronto nos vamos a poner muy navideños, queridos lectores. Pero mientras: a reír se ha dicho. Vayamos al cine a ver, en pantalla grande, Borrón y vida nueva.

Mantengamos contacto:
IG: @lixoliver
FB: @lixoliverligia
Correo: lixoliver@gmail.com



 

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